martes, 1 de agosto de 2017

Camila Rodríguez Triana
Frustración, agitación y desconsuelo
2016. 






Vincent Van Gogh 



A veces tengo miedo de perderme en uno de los espejismos que están en el mundo del cine y del arte. Siempre he pensado que el éxito en este camino es de largo aliento, porque requiere disciplina, aprendizaje, construcción a partir de los errores, procesos de tiempo, invisibles, pero que se van gestando a partir del hacer constante, del hacer de todos los días y al final será la historia y el tiempo los que evaluarán la construcción que se hizo. Pienso mucho en esos artistas cuyas obras solo pudieron ser valoradas al final de sus vidas o incluso cuando estaban muertos. Ellos murieron sin saber en lo que se convertirían finalmente ante los ojos de los demás. Pienso en los miles de casos en los que los críticos y aquellos que tienen la potestad de decir que es arte y que no fueron incapaces de reconocer al artista, porque sus obras superaban el tiempo en el que vivían y simplemente ellos no podían verlas, no estaban capacitados. Pienso en la cantidad de artistas que tuvieron un éxito momentáneo, que probaron la gloria un instante  y después el tiempo los reevaluó dejándolos en el olvido.

Me pregunto si uno es capaz como artista de tener la consciencia total de lo que está haciendo y pienso que lo más probable es que no: uno está demasiado sumergido en su obra, que es su vida, por lo menos en mi caso, que casi no hago otra cosa más. Entonces soy consciente del gran riesgo de estar dedicando mi vida al fracaso absoluto y del gran riesgo de la apuesta que hice  y de la que siento que no hay salida, simplemente porque siento que jamás tuve otra opción. No hay ninguna otra cosa a la que quiera dedicar mi vida.

Hace una semana estuve en el Museo de Van Gogh que hay en Ámsterdam y para mí fue sorprendente poder ver su proceso en sus obras, en sus pinturas. Poder ver en su obra sus influencias, las transformaciones que fue teniendo en su trabajo, como fue cambiando su pincelada, el uso de los colores y como todo su proceso estaba impregnado de su interior, de sus pasiones, de sus emociones. Saber que este hombre pintó como un loco, sin descanso y, a pesar de eso, solo vendió un cuadro mientras estaba vivo. Sentí su frustración ante lo que él sentía como un fracaso, los temores o el desconsuelo que le generaba el futuro y su agitación. Creo que es algo a lo que nos enfrentamos constantemente los que decidimos intentar hacer arte: la frustración, la agitación y el desconsuelo y para mí allí está la mayor dificultad de esta decisión: porque hacer una película extraordinaria (en mi caso) o una obra extraordinaria es muy difícil y quizás le lleve a uno la vida ese intento, pero es igual de difícil lidiar con la frustración, con la agitación y con el desconsuelo, sobretodo cuando se trabaja tanto y cuando se trabaja desde las viseras.

Al final ser capaz de lidiar con la frustración, la agitación y el desconsuelo y seguir, caminar bajo lo que uno cree, sin ceder en aquellas trampas de este universo que quizás te hagan llegar más rápido, pero quizás sacrificando demasiado, sea el primer paso para lograr hacer una película extraordinaria o una obra extraordinaria. Además habría que preguntarse a donde se quiere llegar y más aún, cómo se quiere llegar. Algunos críticos se refieren a ese momento donde el genio aún no es genio como  el periodo oscuro del artista, pero ese periodo oscuro es la base de la genialidad, es parte del proceso y es tan importante como el periodo más brillante. Yo creo que estos procesos invisibles solo logran el brillo cuando el artista logra continuar su camino a pesar de su frustración, su agitación y su desconsuelo, a pesar de esa sensación de no lograr salir de ese periodo oscuro. Eso realmente nunca se sabe a ciencia cierta. Andrei Tarkovsky decía que cuando uno cede medio paso (algo que siempre se subestima, porque creemos que lo podemos manejar), se pierde del camino. Que difícil es no perderse del camino aún lidiando con la frustración, la agitación y el desconsuelo.
Quizás esta frustración, agitación y desconsuelo  se debe a que uno siempre espera demasiado y siempre lidia con una autoexigencia muy alta y muy dura, que cuando no se logra aquello que uno buscaba, se cae… se cae hondo.


Hoy reconozco un nuevo espejismo del que hay que cuidarse y es justamente esa frustración, agitación y desconsuelo, porque ni siquiera eso, que en momento se vive de una manera tan fuerte, puede hacernos salir del camino, porque ese sería quizás el único fracaso real para el que quiere ser artista. Allí está Van Gogh que pintó como un loco hasta que decidió quitarse la vida, pero mientras pintó fue leal a su proceso, aún y a pesar de su frustración, agitación y desconsuelo.

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