Camila Rodríguez Triana
Reflexiones del artista sobre el proceso de
ATENTAMENTE.
2016.
El
proceso de hacer la película ATENTAMENTE
fue un proceso que me implicó mucho tiempo porque me costó mucho digerir el
lugar y la forma como el tiempo transcurre allí. Necesité tiempo para
comprender cómo se mueve el mundo en ese lugar y cómo entraba yo en ese
movimiento. Esto me implicó transformar poco a poco mi propio movimiento para
poder entrar, sentir y entender el mundo de ese ancianato: cómo se siente y se
vive el mundo desde allí o, mejor, cúal es el mundo que se vive y se siente
allí. A partir de ese entrar, sentir y comprender ese lugar y esas personas
desde mi mirada, se creó esta película; a partir de esa relación que ese mundo
y yo establecimos.
En esta
película los límites fueron fundamentales en la definición de la misma. Pero no
sólo los límites de los encuadres, sino los límites míos, los límites del lugar
y los límites de las personas con las que trabajé. Límites y limitaciones, pero
también posibilidades. Cuando empecé el proceso de hacer esta película sólo
contaba con la intuición de que allí sentía algo importante que no terminaba de
entender, pero que me hacía estar allí; contaba con mi dinero, que no era
mucho, y con la ayuda de mi mamá. Esa limitación me impidió pensar en la
posibilidad de transformar ese lugar para que se adecuara a mí o a la idea o
ideas que yo iba teniendo de lo que podía ser esta película y rápidamente
entendí que era yo quien debía transformarme para entrar en ese lugar. Ese
límite o limitación marcó el proceso que hoy estoy convencida fue mucho más
fructífero que el proceso inverso, porque además de hacer esta película, me
permitió crecer como persona y artista. Alguna vez escuché a alguien decir que
a veces los proyectos tienen que esperar a que uno esté listo para hacerlos y
creo que eso fue lo que pasó con esta película. ATENTAMENTE tuvo que esperar seis años a que yo estuviera lista
para hacerla y antes de ella existieron muchas películas que no fueron
películas, pero que hicieron parte de mi proceso allí. Yo tuve que
transformarme, tuve que entrar en ese mundo, tuve que entrar en ese tiempo,
tuve que comprenderlos a ellos, tuve que comprender y sentir ese lugar para que
con mis limitaciones y sus limitaciones, se pudiera hacer la película. Me
aprendí los horarios, a qué horas había silencio en determinado espacio; me
aprendí sus rutinas, aprendí qué les molestaba, hasta dónde podía hacer
variaciones de su cotidianidad, aprendí a quiénes podía invitar y a quiénes no
y cómo llevar a estas personas a dar lo mejor de ellos dentro de sus propios
límites, me llené de los sentimientos que viven en ese espacio y fui
construyendo la película. En definitiva, ATENTAMENTE
es una película que nació entre límites y que, como el agua, fue encontrando su
camino.
En el
caso de Alba y Libardo que son los personajes principales de la película, por
ejemplo, tuve que hacer un trabajo previo muy extenso. Pero fue un trabajo que
no consistió en prepararlos como actores, sino en que yo entendiera qué me
podían dar ellos o qué le podían dar a esta película desde lo que eran en ese
momento, desde sus posibilidades y límites, desde sus maneras de moverse, desde
la etapa de sus vidas en la que estaban, desde sus historias, sus dolores y
alegrías, desde sus genios, sus caprichos, desde sus maneras de reaccionar,
etc. Yo tuve que descubrir qué podían dar ellos en el hacer, porque ni ellos
eran del todo conscientes de lo que podían dar. Pero también tuve que
comprender cómo podía guiarlos, y cada uno fue muy diferente al otro. Hacía
ensayos para conocer sus reacciones, para saber cuándo se cansaban, y para
ensayar distintas maneras de guiarlos, hasta encontrar la que más me funcionaba
con cada uno. Este conocimiento que adquirí de nuestros límites en este trabajo
previo definió muchas cosas de la película: quién iba a ser el personaje
principal, cómo iban a ser las escenas, cómo podía ser contada la historia,
cómo podían generarse las sensaciones, teniendo siempre conciencia de los
límites de todos e intentando encauzar las posibilidades que tenía, dentro de
esos límites.
En el
proceso de ATENTAMENTE también está
el límite del tiempo y de la fragilidad de la vida, que es la sensación de la
película. Muchas de las películas que no fueron películas se me derrumbaron
porque la persona con la que estaba trabajando se moría y era un poco el tiempo
quien decidía que esa película no sería película; el límite de los tiempos de
vida. Y no serían películas, porque no tenían que ser películas, eran vivencias
que hacían parte del proceso para llegar a lo que iba ser la película, para que
yo me llenara de las sensaciones que después debía poner en ATENTAMENTE. Eso no fue nada fácil de
comprender y me trajo varias frustraciones en el proceso. Pero cuando sentí que
había comprendido la sensación de ese lugar que me hacía estar allí: una
sensación que se formaba del lugar y de la historia de Libardo y Alba, supe que
debía hacer la película en ese mismo momento, sin esperar las condiciones
“ideales”.
Hice una película de amor, en
medio del desamor y esa mirada del amor, está en la película: una mirada de
contrarios. El amor y el dolor de la pérdida; el estar y el no estar; la
ilusión y la dificultad de la realidad. Todos contrarios.
En esta
película usé el contrario para fortalecer el otro lado de la emoción o de la
sensación. Así como para mí era importante la historia de Alba y Libardo y esa
ilusión, ese amor y esa búsqueda de privacidad que para mí es vida, de igual
manera, era importante construir el contrario, que es de donde nace ese amor y
lo que lo hace más bello, que es la sensación que se vive en ese ancianato: la
sensación de muerte. Esa sensación de muerte la quería construir a partir de
una imagen de ese lugar, que no es la imagen del ataúd o las imágenes de muerte
que más conocemos y que se relacionan con el cuerpo, con el color negro o con
el llanto. Esa imagen la encontré en mi proceso de entrar en el mundo que vive
en ese lugar y está relacionada con lo que significan las camas para ellos. La
cama es el único lugar “propio” que ellos tienen, donde guardan sus cosas,
donde deciden quién se sienta y quién no, en donde está su individualidad.
Cuando están vivos, sus camas son su reflejo, pero cuando uno de ellos muere,
su cama y sus cosas son recogidas y queda la imagen de una cama vacía, de la
que se ha borrado la individualidad para volverla neutra, gris. En esa
neutralidad para mí estaba la muerte. Por eso la imagen de sus camas cuando
están vivos y cuando no, se vuelve muy importante como objeto metafórico y
sensible de lo que pasa allí, de los contrarios que viven allí.
En el
momento que hice ATENTAMENTE también
tenía unos pensamientos y unas preguntas previas sobre el cine, las cuales
jugaron un papel fundamental en las decisiones que tomé sobre esta película y,
por lo tanto, en lo que esta película es.
Yo
quería lograr crear una película en la que toda la fuerza estuviera depositada
en la imagen y en la construcción sonora de esas imágenes. Quería que las
imágenes hablaran más que las palabras. Por esta razón sabía, desde el
principio, que quería que en esta película la palabra hablada fuera mínima,
absolutamente necesaria. Desde el principio yo había definido que quería que
las imágenes que yo había visto en ese lugar y que el sonido de ese lugar
lograran entrar en esta película y hacer sentir lo que me habían hecho sentir a
mí. No quería sentarme a contarles lo que yo había sentido o que los personajes
se lo contaran por medio de las palabras, quería lograr que la construcción de
ese espacio en la película se los contara como me lo había contado a mí. Por
esta razón, cualquier enunciación que no fuera imprescindible, quedaría por
fuera.
El único
momento de la película en donde se usa la palabra hablada para contarnos unas
situaciones, es el encuentro de Libardo y su hija; es ese momento donde ellos
dos se miran a los ojos y tienen que enfrentar juntos su historia, después de
muchos años de no verse. Pero a pesar de que allí la palabra hablada tiene un
peso importante, para mí fue fundamental lo corporal como forma de expresión:
cómo se mueven, cómo están sentados, sus miradas, sus reacciones ante los
movimientos del otro, sus silencios. Esa conversación y su corporalidad en ese
momento nos cuentan una historia pasada, de la que no tenemos imágenes, de la
que sólo tenemos ese encuentro y sus recuerdos, que se convierten en la imagen
del pasado. Por medio del uso de la palabra en estas escenas, que se diferencia
del resto de la película, se crea un contraste entre esos dos tiempos: el
tiempo presente de Libardo, que está muy lleno de silencio, y ese tiempo pasado
que debe recordar y enfrentar al encontrarse con su hija. De ese encuentro y de
ese afrontar lo que pasó y lo que él fue, nace la posibilidad de hacer realidad
esa ilusión que ha estado buscando durante toda la película.
Pero mi
idea de prescindir de todo lo que no fuera absolutamente necesario fue más allá
de la palabra hablada: quería que todos los elementos que no fueran
imprescindibles, quedaran por fuera. Quería confiar que con lo esencial iba a
poder transmitir eso que yo quería. El proceso de ATENTAMENTE, en gran medida, fue quitar elementos hasta reducirlos
a lo mínimo y confiar en las imágenes a partir de las acciones, del tiempo, de
la sensación del tiempo, de la quietud, de la cotidianidad.
Y bajo
esta idea de conservar solo los elementos escenciales tomé decisiones sobre la
luz, el arte, la música, etc. Por ejemplo, en el caso de la música en el cine,
yo siempre he tenido la sensación de que hay que ser muy cuidadosos para que la
música no se vuelva una forma de tapar los vacíos emocionales o sensoriales de
las imágenes, una forma de autoengañarnos como directores y de engañar el
público. Siempre he evitado usar música, si no existe una relación directa
entre la historia o lo que es la película y esa música. En el caso de ATENTAMENTE, este ancianato estaba
lleno de música, porque todas las personas que viven allí tienen radios
prendidas como una forma de acompañarse. Toda la música que suena en la
película, sale de las radios que ellos tienen. Pero como no podía usar las
canciones que ellos estaban escuchando realmente cuando yo los estaba grabando,
por una cuestión de derechos de autor, otro de los límites entre los que tuve
que jugar, intenté entender por qué cada uno de ellos escuchaba esa canción y
no otra. En las personas que elegí para que salieran en la película escuchando
radios, existía una relación directa entre sus vidas, sus dolores, sus
emociones y la música que escuchaban. Todas las canciones los remitían a una
emoción o a una persona que había hecho parte de su vida. Además, el proceso de
repasar su propia vida es continuo en este lugar, por la quietud en la que
están durante gran parte del tiempo. Por eso, la decisión que tomé frente a las
canciones que se compusieron, para que ellos escucharan de esas radios en la
película, fue que fueran canciones basadas en sus propias historias y que conservarán los
ritmos que ellos solían escuchar: salsa, tangos, milongas, boleros, etc. También
me interesaba que las canciones tuvieran una textura que nos hiciera sentir el
tiempo. Todas las canciones que escuchamos de sus
radios, nos hablan sobre las historias de esas personas que las escuchan y
sobre ese proceso que ellos hacen de repasar sus vidas en esa quietud. Y todas
las canciones que compusimos están cargadas de un tiempo pasado: en los
instrumentos que suenan, en la forma en como las grabamos, en la forma de
mezclarlas, en la textura de su sonido, etc.
En el
caso de la luz, la propuesta fotográfica siempre fue trabajar el lugar como
era. Trabajamos toda la película con luz natural, también entendiendo las
dinámicas de la luz como se presentaban allí: cómo entraba la luz en cada
espacio y a cada hora. Esa es una decisión que, por una parte, se tomó a partir
de nuestros límites de producción, pero también nació de una pregunta que yo
tengo en este momento acerca del cine que se está haciendo y que está
relacionada con el esteticismo de las imágenes. Se crean imágenes
fotográficamente bellísimas que en algunas ocasiones distraen de lo que se
respira realmente en esas imágenes. Yo pienso que el cine se está yendo hacia
un interés por crear imágenes estéticamente muy bellas pero que muchas veces
esa construcción de la imagen no está relacionada con la película misma, con la
sensación de esa película y que esconde imágenes vaciadas de algo más que esa
belleza estética. Yo quería renunciar a ese esteticismo de la imagen, que de
alguna manera nos protege y hacer imágenes partiendo del lugar en donde
estábamos, de la sensación y la textura de ese lugar, de la luz de ese lugar y
de esas personas que retratábamos.
Una
decisión similar se tomó respecto al sonido, el cual trabajamos a partir del
paisaje sonoro de ese lugar, de la construcción del mismo y de la reducción de
elementos hasta llegar y encontrar el punto de ese sonido que vive en ese
ancianato, y que queríamos que estuviera en la película.
Hay algo
importante de esta película que sé que será comentado en su posteridad, por
esta necesidad de los humanos de clasificar las cosas en grupos. ¿Documental o
ficción? Hace un tiempo escuché una conferencia de Alain Badiou, donde hablaba
de las condiciones y características del arte contemporáneo y una de esas
características era la creación de híbridos, en donde se vuelve muy difícil
saber si es una cosa o es otra: si es pintura o es performance, si es
performance o es un video, etc. Yo siento que la película ATENTAMENTE vive en un híbrido entre el documental y la ficción,
porque tiene elementos de las dos y esto hace muy complicada su clasificación,
por lo menos para mí. Muchas de las decisiones que tomé hacen parte del
documental, por ejemplo, todo el retrato y el tratamiento que le di a la
construcción de lo que es ese ancianato y las sensaciones y el tiempo que vive
allí. Es absolutamente documental cómo se muestra, cómo suena, cómo se ve, cómo
se siente ese espacio en la película, porque hice un trabajo de entrar allí, de
comprenderlo, de sentirlo, de explorarlo, de crear un espacio para mí y mi
equipo de trabajo dentro de ese lugar y así poder retratarlo en esa relación de
lo que es ese espacio y mi mirada. Todas las imágenes de acciones, de
cotidianidad, de metáforas nacieron de lo que es realmente ese lugar y de lo
que pasa allí. La historia de Libardo y Alba es una historia real, que sucedió
mientras yo estuve trabajando en este ancianato. Yo vi esa historia, mientras
me estaba adentrando a ese lugar y después la reconstruí para la película,
siendo lo más fiel a la forma en la que sucedió, pero también aportando mi
mirada a esa historia. Para mí esta película vive en un límite entre el
documental y la ficción que se siente y es innegable y que hace muy difícil,
incluso para mí misma, meterla en una categoría que excluya a la otra. A partir del proceso de
esta película he pensado mucho en una frase que leí de Vincent Van Gogh “Mi gran deseo es aprender
a hacer tales inexactitudes, tales anomalias, tales modificaciones, tales cambios
de la realidad que de ahí salgan, pero si, mentiras si se quiere, pero más
verdaderas que la verdad literal (…)”
Por
último, me voy a referir a otra pregunta o preocupación que tengo sobre el cine
y que aborda la relación entre la forma de producción y lo creativo en el hacer
de una película que, desde mi punto de vista, muchas veces se contradicen.
Siento que el proceso de producción de una película como está planteado en el
modelo “industrial” es muy hermético y esto genera una contradicción directa
con lo que implica el trabajo creativo. Se produce pensando en el dinero y esto
ya es una contradicción si se piensa que el cine es arte. Por ejemplo, la
división tan cerrada de las etapas del hacer de una película: escritura,
preproducción, rodaje, montaje, etc, es absurda desde lo creativo, porque casi
siempre se le niega al director la posibilidad de devolverse para rehacer
imágenes o cosas que en la etapa de montaje se da cuenta que no están logradas.
Pienso que habría que entender que en el trabajo creativo es necesario probar y
equivocarse para encontrar el camino. De otra manera, se está obligando al
director a ponerse él mismo una camisa de fuerza. Pienso que debe entenderse
que en el proceso creativo todo se transforma y cambia, por lo que ese hermetismo
que existe con el guión, con el rodaje o con el presupuesto a veces es absurdo.
Lo hermético que se vuelve el sistema de producción va en contradicción no solo
con el arte, sino con la vida. En el caso de ATENTAMENTE, el sistema de producción estuvo al servicio del
trabajo creativo y las etapas de escritura, rodaje y edición se hicieron
simultáneamente: yo iba y grababa, veía esas imágenes en mi casa y a partir de
allí sabía que tenía qué ir a grabar nuevamente. Las imágenes y mi relación con
ellas fueron las que marcaron el camino del hacer de esta película. Siempre
pude devolverme, siempre pude probar nuevos caminos, pero esto solo podía
saberlo cuando veía las imágenes que había grabado y cuando iba construyendo
esa película en mi computador y en mi mente. A partir de allí escribía y volvía
a ese lugar a trabajar sobre lo que esas imágenes me habían arrojado. No sé si ATENTAMENTE sea una obra de arte, eso
lo dirá la historia y lo dirán ustedes, pero para mí como artista y directora
fue fundamental poder trabajar de esta manera y tener la libertad de mirar,
escuchar y sentir las imágenes que yo misma iba haciendo, porque me dio la
posibilidad de entender eso que estaba haciendo desde las mismas imágenes,
desde el mismo material que arrojaba el trabajo y creo que tener esa
posibilidad es fundamental en el trabajo creativo.